martes, 5 de junio de 2012

Tres consejos para una consultoría "tangible"


Salvo excepciones en las que el área de TI tiene su propio presupuesto y la potestad de gastarlo en lo que estime conveniente, suele ser frecuente que, por jerarquías organizativas, la decisión final del gasto o de la inversión, ya sea en tecnología o en servicios, acabe dependiendo del director financiero o de cualquier otro directivo “no tecnológico”. Este simple hecho organizativo conlleva muchos problemas para los directores o responsables de las áreas de TI, puesto que deben “justificar” sus peticiones y “convencer” para poder llevarlas a cabo.

A la hora de “justificar” y “convencer” se dan dos posturas:
  • Los “prácticos”, que apuestan por invertir más en tecnología –algo tangible e identificado como un elemento básico para la producción del negocio-, que en servicios de consultoría –percibidos como algo intangible de coste elevado-. Resultado: una predominancia de la visión operativa por encima de la táctica.
  • Los “open-minded”, que a pesar de las necesidades de renovación e inversión tecnológica que siempre se dan en un entorno de TI, son capaces de analizar y conocer las carencias reales de la organización TI para cumplir con las expectativas del negocio y buscan en los servicios de consultoría, una colaboración externa y objetiva que les sitúe en el punto adecuado. Resultado: una predominancia de la visión táctica por encima de la operativa.

Si eres de los primeros, a estas alturas del texto, ya habrás encontrado argumentos que te convenzan para continuar con tu  visión operativa. Suerte con los presupuestos.

Si eres de los segundos, te interesará tener en cuenta estos tres consejos:
  1. Evita las sorpresas. No todas las consultoras son iguales. Valora bien los servicios que se ofrecen y su alcance.  Debes saber en todo momento qué se incluye y qué se excluye o, simplemente, no se contempla. Las diferencias pueden ser importantes en cuestiones de calidad, y cumplimiento de expectativas.
  2. Evita establecer una relación “maestro-alumno”.  Durante la fase de proyecto debes considerar al consultor como la persona que, a través de la observación, la escucha activa, la pregunta directa y su profesionalidad, te ayudará a clarificar tus objetivos y desarrollar un plan de acción para alcanzarlos. Percíbelo como un “coach”.
  3. Establece una relación de confianza. La confianza y la transparencia deben ser los fundamentos del trabajo conjunto. Sin esa base, los pasos específicos que debéis dar para conseguir el éxito en el proyecto no serán ni fiables, ni probablemente correctos.

El éxito de tu proyecto depende de ello.

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