El último precedente acontecido
de la crisis del Ébola y la deficiente gestión que los Estados del “primer
mundo” afectados han hecho de la misma, ha provocado que muchas organizaciones
hagan autocrítica y se planteen si realmente disponen de niveles de
madurez suficientes en materia de
continuidad de negocio que les permitan gestionar cierto tipo de incidentes tan
graves como inesperados. La actualidad habla del ébola, pero los expertos en
continuidad de negocio hace tiempo que hablamos de la Pandemia como un
escenario de riesgo al que las organizaciones deben enfrentarse, protegiendo en
primer lugar la salud de sus empleados y en segundo lugar a sus procesos de
negocio (indisponibilidad simultánea de empleados que ponga en peligro la
operativa de la compañía).
A pesar de que el riesgo de un
caso de ébola en España existe desde hace tiempo y era factible, ha quedado
evidenciado que no se disponía ni de los procedimientos / protocolos adecuados
ni de las medidas de seguridad necesarias. En el caso del Estado esto no es de
recibo, sin embargo también opino que las organizaciones no son responsables de
no estar preparadas para un escenario tan específico como este, si bien si
deberían estar trabajando escenarios genéricos como “Indisponibilidad Personal
/ Pandemia”. Todo lo acontecido (decisiones que aumentan el riesgo de contagio
de la población, ausencia de comunicación formal…) es un ejemplo claro de que
cuando ocurre una crisis, o un escenario de desastre es vital gestionar correctamente
la situación desde el inicio, desde la “toma de decisiones”, ya que son estas
las que van a minimizar o magnificar la crisis en función de lo acertadas que
sean. Está claro que la clave es decidir correctamente, pero para ello las organizaciones deben preocuparse en primer
lugar por definir un Plan de Gestión de Crisis adecuado, el cual sea
interiorizado, comunicado y simulado en la organización y que permita gestionar
la crisis acontecida desde la capa estratégica.
Determinar y poner en marcha una
respuesta es un elemento clave para el éxito o fracaso de un programa de
gestión de la Continuidad y el punto de partida para definir esta respuesta es
el Plan de Gestión de Crisis, el cual ofrece un marco de acción que permite a
una Organización que la toma de
decisiones y las directrices a ejecutar (planes operativos o estrategias de
recuperación que deben activarse) permitan
conseguir una reacción eficiente ante cualquier contingencia. Este Plan
establece el flujo de notificación y escalado de los incidentes hasta los
niveles en los que existe “poder de decisión” y establece el momento y el papel
que debe jugar cada rol.
La estructura organizativa del
Plan de Gestión de Crisis se define en tres ámbitos principales de actuación:
- Un nivel ejecutivo de valoración y toma de decisiones.
- Un nivel táctico de procedimientos, protocolos, asignación de funciones, responsabilidades y grado de autoridad.
- Un nivel operativo de gestión de la emergencia y evaluación de la gravedad de la situación.
Por tanto, es muy importante
tener en cuenta que una vez que se haya definido e interiorizado el Plan de
Gestión de Crisis en la compañía, será cuando esta estará preparada para
definir los Planes Operativos que incluyan protocolos específicos para abordar
escenarios detallados de pandemia, de indisponibilidad de tecnología, de indisponibilidad de proveedores… o incluso
la activación de un Protocolo Corporativo ante Enfermedades Infecciosas.
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